viernes, 2 de noviembre de 2007

¿PERROS DEL HORTELANO...?

A propósito de perros del hortelano y de inversión, en la gran minería, hoy quiero contarles un pedacito de la historia; de la ciudad más alta del mundo : Cerro de Pasco.

A mediados del siglo XVIII Cerro de Pasco, ya era una ciudad próspera con mas de 15,000 habitantes, venidos de todo el mundo; especialmente, españoles y peruanos, de las provincias cercanas. La explotación del oro y la plata de sus minas, estaba en auge. Cada minero, en las cercanías de su mina edificaba su vivienda, un zaguán y potreros para los asnos y mulas; que utilizaba en el trasporte de el oro y la plata que explotaba. Así, en forma desordenada, se iban formando calles estrechas y laberínticas, que seguían las depresiones y elevaciones de aquellos terrenos agrestes, de la zona. En aquellas épocas, los mineros consideraban que “a la vista del amo, engorda el caballo” y residían junto a su mina. Por tal motivo, al hacerse ricos, construían casas grandes y cómodas; muchos de ellos, sin importarles para nada la altura, ni el clima del lugar; trajeron mármol de Carrara (Italia), caoba de nuestra selva, vitrales y demás cosas; necesarias para sus palacetes. Para principios del siglo XIX, Cerro de Pasco; era una ciudad rica y cosmopolita; donde el oro y la plata circulaban a raudales. ¿Quiénes, fueron los beneficiarios de esta situación? Los dueños de las minas, la Corona española, los comerciantes, artesanos y en general, los habitantes de la región. Por supuesto que muchísimos mas, se beneficiaron de tal situación; pues en Cerro de Pasco,se comercializaba alimentos, ropa y licores procedentes de todo el mundo. Después de la guerra con Chile y los saqueos de que fueron objeto, la ciudad y sus habitantes; se hizo presente la depresión; los precios de los minerales se fueron a la baja y entonces aparecieron los grandes inversionistas. La Cerro de Pasco Cooper Corporation, con el beneplácito de los gobernantes de turno; empezó a comprar mina tras mina, a “precio de huevos”. En la época de los pequeños mineros, todo o la gran mayoría de lo explotado, se gastaba o se atesoraba; en el lugar; No se dañaba el medio ambiente, no se contaminaban ríos ni lagunas. Lo demás, es bien sabido y está a la vista, de quien quiera verlo: Hoy día, ¿qué tenemos? Una ciudad destruida y convertida en un gigantesco cráter Lunar, tierras de cultivo y pastoreo inservibles, (La Oroya y alrededores) Lago de Junín, lagunas y ríos contaminados. ¿Y la enorme riqueza, explotada en más de 70 años? Trasportada fuera del Perú. Los impuestos que seguramente pagó la compañía aquella, ¿benefició, de algún modo, a Cerro de Pasco y a sus habitantes? En casi nada, diría yo; pues cada día allí, hay más pobreza. ¿Y que pasará, el día que ya no haya minerales que explotar? ¿Conocerán, todo esto, quienes piden, a gritos, grandes inversiones en la explotación minera? Muchas veces, es preferible parecer perro del hortelano y conservar las tierras de cultivo, los ríos y lagunas libres de toda contaminación. Así, puede el pueblo vivir por siglos y siglos, y no terminar como la zona de Pasco; contaminada y paupérrima, luego de su cuarto de hora de bonanza.

Si, a pesar de todo, van a seguir trayendo grandes inversiones, exíjanles que al menos un porcentaje del mineral extraído, se industrialice en el Perú. Solo un país con industrias, es verdaderamente libre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La minería colonial fue un osario, sino pregúntenles a los muertos de Matagente, la contaminación fue atroz, están los efluentes con mercurio que llegaron al Lago de los Reyes y las casas dañadas en Cerro son producto de las labores antiguas de la época colonial e inicios de la república. Es bueno que se informen antes de comentar estos temas