miércoles, 7 de noviembre de 2007

OTRA VEZ... LOS CONGRESISTAS

Muchas personas, sin profesión ni oficio conocido; (en el anterior, hasta hubo alguno, con inclinaciones delincuenciales), ocupan los asientos de nuestro alicaído parlamento. ¿Qué es lo que los atrae? Fundamentalmente el sueldo; ya, uno de ellos, traicionado por el subconsciente, juro por “Dios y por la plata”. Otros buscan figuración política, so capa de servir al pueblo. ¿Cómo pueden servirlo, si ni siquiera pueden sostener una conversación racional, sobre cualquier tema; y pronunciar un discurso; mucho menos? ¿Quiénes son los culpables, para este desaguisado? Los que redactaron la Constitucióncualquiera es congresista; tenga o no, condiciones para el cargo. Considerando que aquí, hasta los analfabetos tienen derecho a voto y que además, a los 25 años de edad mucha gente no tiene la madurez, ni la experiencia necesarias para el cargo; muchos ciudadanos, pedimos que estas condiciones debieran ser cambiadas. ¿Cuáles vigente, que en uno de los párrafos del artículo 90, dice. “Para ser elegido congresista se requiere ser peruano de nacimiento, haber cumplido veinticinco años y gozar del derecho de sufragio”. Bajo estas condiciones, condiciones más, se requieren? Se debería cambiar la edad necesaria, a 30 años; presentar un currículum que incluya la historia salarial, del candidato. (Para tener una base, al fijarle el sueldo y que no juren, solo por la plata) Presentar un certificado de buena conducta, esto último es esencial; pues ya tuvimos congresistas violadores; etc. etc. Cuando alguien va en busca de un trabajo, sea de gerente o barredor, es imprescindible presentar un certificado de buena conducta y, hasta personas honorables, que lo avalen. ¿Por qué el futuro “padre de la patria”, no lo hace? En el momento en que escribo estas líneas, los medios de comunicación escritos, radio y TV. nos hacen saber que los congresistas, no quieren rendir cuentas del dinero que reciben para gastos operativos. Solo ese proceder, pinta de cuerpo entero a esa gente; de las que hablamos. Por supuesto que en el congreso, hay damas y caballeros honorables; sin embargo; ellos… Son la excepción de la regla.

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