En nuestro Perú tenemos una forma de ser y de actuar, posiblemente, difícil de encontrar en otras latitudes. Entre estas peculiaridades, puedo señalar las siguientes: Tenemos un Presidente de la República, desesperado en vender tierras de la selva… al enemigo. Tenemos una jueza que deja libres, sin más ni más, a dos delincuentes; con acusación de secuestro probado, alegando que son hijas de familia decente. También, tenemos un Instituto Nacional de Cultura, que tratando de preservar una “huaca” de poca importancia, pretende detener el progreso de la ciudad. En Azuan, al sur de Egipto existen ruinas, verdaderamente históricas, muchas de las cuales se “sacrificaron” en bien del progreso, cuando se construyó la presa. ¿Por qué no puede hacerse lo mismo, con la dichosa huaca? Otra, de nuestras peculiaridades, es el comportamiento de nuestros políticos; se prueba, con documentos, que un congresista está robando dinero al estado y, no se le castiga. Para conseguir la presidencia del Congreso, el partido gobernante hace pactos “antinatura”; a cambio, el jefe del partido “cómplice” ya condenado por otro delito y acusado de crímenes de lesa humanidad) recibe un trato de pachá, en su cárcel dorada. Tenemos muchísimas más peculiaridades, pero no quiero aburrirlos.
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