miércoles, 23 de julio de 2008

LA DELINCUENCIA NOS PISA EL PONCHO

En un noticiero del mediodía, por un canal de TV; hoy 23 de Julio del 2,008; he visto al jefe de la Policía Nacional del Perú pidiendo ayuda contra la delincuencia; que se ha enseñoreado en todo el país, por diferentes razones. La principal de ellas, es la falta de efectivos; parece ser que aquí, nadie quiere ser policía. La paga es tan poca, que muchos policías acaban delinquiendo o muertos. El jefe de la PNP decía, “hoy en día, nuestros hijos no nos respetan y hacen lo que les viene en gana”. En la escuelas y colegios los alumnos, en su mayoría, actúan como salvajes, no guardan el debido respeto a sus maestros, se pelean entre ellos y destruyen mobiliario, rompen puertas y ventanas; etc. En las calles, especialmente en barrios como La Victoria los transeúntes son asaltados, para robarles hasta la ropa, por pandillas de menores conocidos como “pirañitas”. Asaltos a automovilistas, taxistas y domicilios; son cosa de todos los días. En mi opinión ocurre todo esto, por dos razones: Falta de autoridad y excesiva superpoblación en nuestras ciudades. Actualmente, en muchos hogares, padre y madre trabajan fuera y a los hijos, los dejan al cuidado de empleadas a las que los muchachos, no respetan; o bien, los padres no les imponen la disciplina necesaria. Nuestra ciudad ha crecido en forma brutal y desordenadamente; sin ningún tipo de planificación racional. Todos los cerros y arenales, que rodean a la ciudad, han sido invadidos por gente de provincias, la mayoría trabajadora y honrada pero, entre ellos, hay también delincuentes, que pululan por toda la ciudad; secuestrando, asaltando y robando. Últimamente en el Callao han aparecido pandillas organizadas. ¿Qué se puede hacer frente a esto? Primeramente, reorganizar la policía; reclutar a los que han cumplido su servicio militar, pagándoles buenos sueldos y que el Poder Judicial imponga, a los delincuentes penas severas. ¡Que vayan a trabajar a las islas guaneras! Y así, ganen su sustento. Ese famoso “cuento” de los Derechos Humanos ha ablandado a padres, maestros y autoridades. Es hora de reaccionar y aplicar las correcciones necesarias.

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