¿CUAL SERA LA PENA PARA FUJIMORI?

El juicio al reo Fujimori va llegando a su final. Para la gran mayoría de peruanos, el ex dictador japonés, es culpable de cuanto se le acusa en este juicio y de muchos otros delitos. Su primer delito fue hacerse pasar por peruano, sin serlo. Luego, mansilló la Constitución con la que fue elegido. Antes de Fujimorí, el Estado peruano era dueño de las minas, petróleo, diversas fábricas, la telefónica, las empresas eléctricas, ferrocarriles; etc. etc. Fujimorí se rodeo de delincuentes y negoció, a precio de regalo, todas las empresas y demás propiedades del Estado peruano. Nunca dio cuenta de los mas de 10 mil millones de dólares que se obtuvieron; posiblemente la mayor parte, se los ha robado. Cuando se supo derrotado, cobardemente se fugó al Japón, su verdadera patria; llevándose 29 maletas llenas de “videos” que lo comprometían y posiblemente dinero mal habido. En el Japón estuvo viviendo, a cuerpo de rey, hasta que cometió el error de viajar a Chile; de donde gracias a la presión de la señora Bachelet, a la sazón candidata a la presidencia de esa nación; se le extraditó; para juzgarlo solo por los delitos cometidos por órdenes suyas, contra estudiantes de La Cantuta y de unos humildes ciudadanos, en los Barrios Altos. Su abogado defensor es el doctor Nakasaki, de origen japonés y para quien, no hay prueba escrita, que incrimine a su defendido. En este tipo de delitos, (está probado en todos los juicios, a lo largo y ancho del mundo, empezando en los juicios a los nazis; en Nuremberg) los “cerebros asesinos”, se cuidan bien en no dejar este tipo de pruebas, sobre todo si los verdugos son militares, solo se les ordena que maten, verbalmente y los pobre diablos, obedecen sin dudas ni murmuraciones. Sin embargo, en el caso Fujimori existen cientos de documentos, testigos, videos; etc. que lo acusan indubitadamente. Como todos los dictadores cobardes, niega sus acciones y sus actitudes; cuando destrozando la legalidad del gobierno, disolvió el Congreso; todos fuimos testigos (por la TV) de su altanería y prepotencia, luego de haber ordenado la matanza de mujeres embarazadas, y sindicalistas metidos a emerretistas, cuyo único delito fue secuestrar a personas en la Embajada del Japón (no mataron a nadie); lo vimos subido en un microbús, hecho un pavo real, exultante y altanero, declarando para la Prensa mundial, que él, fue el cerebro que trazó la estrategia y al día siguiente, se paseaba entre los muertos, con su acostumbrada insolencia, obró de la misma forma, después de la matanza de presos en Lurigancho. Su abogado, dice que Fujimori no recuerda nada de ello y pide su absolución; culpando a los medios de comunicación por haber descubierto al mundo, la podredumbre de su gobierno y de sus acciones. La visión, en la Corte que lo juzga, ahora es distinta, la altanería del gran emperador ha desaparecido: Se ve, al fondo, una mesa de trabajo bastante sobria y sentados detrás De ella, a tres hombres investidos con las cintas, que le dan autoridad, utilizando sendos lap tops; son los tres jueces que, muy pronto, dictarán su veredicto. Frente a ellos, sentado en el banquillo, se ve al acusado (antes un pavo real) con el cabello completamente gris, acurrucado y con el aspecto de una rata, vencida y acosada por algún felino. (¿serán los jueces o su conciencia? Si es que la tiene). A un costado, su defensor el doctor Nakasaki, tratando de defender lo indefendible, con todo tipo de argumentos: citando a eximios penalistas del mundo entero, por momentos apelando al sentimiento, de los jueces; queriendo aplicar tecnicismos de procedimientos legales, apelando a la Constitución ( que fue lo primero que su cliente mancilló), atacando a los diarios, revistas y Tv. En los próximos días de ¿qué nos hablará? ¿No se preguntara el doctor Nakasaki, que su defendido, para cometer las acciones de la que es acusado, nunca hizo caso de lo que dice la Constitución. Que anuló aquella con la que fue elegido, e hizo otra a su real conveniencia, para perpetuarse en el poder y tal vez, formar una dinastía; amante de la zoofilia? ¡¿Quién sabe?!