Escribo estas líneas, doce horas antes del partido de fútbol que disputaran las selecciones de Perú y Colombia; válido para la clasificación al mundial de Sudáfrica. En el fútbol, en la actualidad deporte practicado en todo el mundo, cada día que pasa, son ganadores los que cuidan de su físico, entrenan diariamente a conciencia y tienen entrenadores, altamente capacitados en el manejo de tácticas y demás métodos deportivos. Por ahora, nosotros estamos lejos de todo ello y solo nos queda; confiar en el azar. El fútbol, hace tiempo que ha dejado de ser un pasatiempo de desocupados malabaristas, en lo que siempre fuimos buenos; tanto como somos malos, en disciplina y el cuidado de nuestro físico. Aquí, según viejas crónicas, el mejor futbolista que hemos tenido don Alejandro Villanueva, entrenaba muy poco y, por lo general, se iba a jugar directamente de la cantina al estadio y… jugaba bien, metía goles de soberbias chalacas; indudablemente eran otros tiempos. Hoy en día, no tenemos buenos futbolistas, ni siquiera regulares; lo que sí tenemos es superabundancia de malos periodistas deportivos. Claro que también, algunos buenos. Para ser de los superabundantes, solo se requiere, en el mejor de los casos, haber asistido a una academia de periodismo; manejar el idioma futbolero, sentir una envidia enfermiza contra los futbolistas y conseguir un espacio, donde verter sus barbaridades. Aquí, los seleccionados de fútbol, siempre han sido indisciplinados; son emblemáticos los casos de los compadres Valeriano López y Guillermo Barbadillo; el de “Pitín” Zegarra que fue fotografiado, enfrente de una cantidad impresionante de botellas de cerveza en una cantina en el barrio de
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Hace 7 años
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