En un canal de la televisión chilena, hace unos pocos días, vi y escuche una conversación entre un señor ya entrado en años, que parecía predicador y los entrevistadores del programa. El tema era la FE. Sí, la fe; una de las virtudes teologales de la religión católica.
El tema, siempre me ha interesado y puse toda mi atención, en lo poco que quedó del programa aquel. Resumiendo lo que entendí; el predicador decía que la fe es un sentimiento que el ser humano trae consigo, al nacer; y que la fe ha existido en todos los tiempos y en todas las culturas. Cuando niño y luego adolescente, el cura que nos “dictaba” el curso de religión, decía que la fe es un dogma que todo católico debe admitir y practicar sin discusión alguna. Bastaba saber que el “santo padre”, se refería al Papa, era infalible y que la grey no tenía el entendimiento necesario para comprender tales misterios. Luego, en las décadas de vida que llevo en este mundo, he vuelto a escuchar estas y otras sandeces, acerca de la fe. Lo mas inteligente que he escuchado, respecto a la fe, ha sido a un ingeniero, con el que tocó trabajar varias semanas. Durante unos momentos de lluvia intensa, nos guarecimos bajo un rústico techado y vimos pasar una procesión; alguien cuestionó aquel acto religioso,”miren a esos fanáticos”,dijo. No es fanatismo, es una cuestión de fe-respondió otro de los presentes; Y…¿ que es la fe?- preguntó un tercero.
Luego de esta última intervención, se armó una discusión bizantina hasta que intervino el ingeniero Huaman, diciendo: “¿Quieren saber lo que es la fe?, yo se los diré. La fe, es algo así… como la hija de la ignorancia: desde que el ser humano empezó a tener conciencia de cuanto lo rodeaba y una supina ignorancia de todo ello, sintió miedo. Entonces, empezó a crear sus primeros dioses: El sol, la luna, los volcanes; etc; a los que empezó a adorarlos y así nació lo que llamamos fe. Ahora bien, con el paso de los siglos y a medida que la humanidad ha ido conociendo, todo lo del mundo exterior y, gracias a la Psicología, su mundo interior; ha aprendido a sugestionar (según sus intereses) al prójimo, a tener fe en santos y demás; en mucha gente, la fe es producto de una autosugestión. Se dice que la fe, mueve montañas y en cierto modo, eso es verdad e imprescindible, si se trata de tener fe: en cosas buenas”.
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Hace 7 años